Aprende a escuchar a tu hijo !



La comunicación con los hijos puede resultar una tarea difícil. Los padres suelen quejarse de que sus hijos no les prestan atención o no los escuchan cuando les hablan. Sin embargo, estos mismos reproches son los que muchos hijos hacen a sus padres. Las habilidades de escucha y comunicación son esenciales para educar a los hijos con éxito. Los niños y adolescentes deben saber que sus padres valoran sus sentimientos, ideas y opiniones, para lo cual deben asegurarse de que dedican el tiempo necesario a sentarse y escuchar abiertamente lo que los hijos tienen que decir.

Parece que los padres tienen la tendencia natural de reaccionar de forma automática ante las demandas de los hijos en lugar de tomarse un tiempo para responder. Muchos padres simplemente actúan a partir de sus propios sentimientos y experiencias personales, realizando juicios superfluos acerca de lo que el hijo dice o hace.

Sin embargo, la escucha activa exige que antes de responder, los padres se muestren receptivos a los sentimientos y emociones de su hijo, permitiéndole expresarse de forma abierta y honesta, sin temor a las repercusiones que pueda tener su conducta. Al reaccionar de forma automática, los padres envían el mensaje de que los sentimientos y opiniones del hijo no son válidos. Pero respondiendo y haciendo preguntas acerca de por qué el niño se siente de esa manera, se abre un diálogo que les permite discutir sus sentimientos de forma abierta, y les facilita una mejor comprensión de lo que el niño está viviendo. De esta forma, los padres disponen de la oportunidad de encontrar una solución o trazar un plan de acción con la ayuda de su hijo, llegando a una solución efectiva que tal vez, no habría sido posible sin la ayuda de éste.

Es crucial en estas situaciones se le preste toda la atención al hijo, asegurándose de mirarle a los ojos. Para esto, es necesario sentarse y hablar con él en vez de hacerlo mientras se lee el periódico o se lavan platos. Hay que tratar de mantener la calma, hacer preguntas que permitan conocer a fondo el problema, y después de haberle preguntado al niño o niña cómo resolvería él o ella el problema, plantear posibles soluciones desde el propio punto de vista. No hay que tatar de impedir que el niño se sienta molesto, enojado o frustrado. De forma instintiva, se puede decir o hacer algo para dirigir la atención del niño a otro asunto, pero esto puede resultar algo perjudicial. Al igual que los padres, los niños tienen sentimientos y experimentan situaciones difíciles, que continuarán afrontando en su vida como adultos. Al escuchar activamente los problemas que los hijos nos plantean, demostramos que nos importa, que queremos ayudar y que tenemos experiencias similares que ofrecerles para que las puedan aprovechar.

Jenny Guerra Hernández www.facilmente.org

Fuente del artículo http://www.articulo.org/4815/jennygh

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