amor ...por internet?

¿Es posible para los de cincuenta y pico encontrarse vía E-MAIL y que este viaje a la comunicación y al fondo del alma tenga un final feliz? (...)

¿Quiénes son aquellos que recurren a un e-mail para conectarse con otro? ¿Acaso se sienten solos? ¿O decepcionados de la gente que los rodea? (...)

Embarcados en la tarea de agradar al otro, quienes se valen de este medio –que en los últimos dos años ha crecido considerablemente- se sienten escudados, cómodos y omnipotentes, pues la computadora funciona como una muralla contra el mundo real que les resulta árido. (...)
Cansado de “hablarle a las paredes”, el hombre de hoy busca ser escuchado y arrancado de su soledad. (...)

No es raro que muchos hombres y mujeres sensibles, quizás dañados espiritualmente por las parejas que han tenido, aprovechen este contacto epistolar reflexivo y directo, libre, para contar o expresar sus pensamientos. (...)

Con el uso del e-mail, el encuentro es un proceso de descubrimiento a través de las palabras de dos individuos que no se conocen, no se ven, pero se imaginan y se comprenden –a medida que la relación avanza- mas profundamente. El proceso de entender y ser entendido, de agradar y ser agradable, de permitir enamorarse y enamorar, todas estas emociones nuevas son estimuladas por el acto de sentarse a escribir delante de una computadora. (...)

El amor, aún en las postrimerías del s. XX, sigue teñido de romanticismo. Hombres y mujeres siguen adelante, como cenicientas buscando a su príncipe, y como príncipes buscando sólo aquel pie, único e irresistible, para ser calzado. Todos a la espera de quien los transporte a la fantasía, a la idealización, a poder contar, decir y atreverse a comunicarse desde sus emociones más adormecidas. (...)

Encender el monitor, conectarse, revisar la casilla de correo... “USTED TIENE 1 MENSAJE NUEVO”, nos avisa la computadora. El corazón late con fuerza: “Alguien me ha escrito, alguien ha pensado en mi...” La palabra escrita se convierte en el Cyrano de Bergerac que seduce a través de otro cuerpo y de otro rostro, en este caso, de un simple objeto como una computadora. (...)

Recuerdo el caso de una ginecóloga, Ana, de 55 años. (...)

Todas las noches, volvía a casa para divertirse con su computadora. Buscaba y buscaba personas de su edad para comunicarse; así se conectó con hombres de otros países: españoles, ingleses, costarricenses, americanos. (...)

Su vida había dado un giro de 180º, entre las clases de inglés, las respuestas a los e-mails, su trabajo y algunos cursos, a veces no tenía tiempo ni para visitar a sus nietitos. “Mamá, ¿qué estás haciendo, con quién estás saliendo?” le preguntaban sus hijos, “Casi no te vemos...” Ana estaba rejuvenecida, había adelgazado, se había cortado el pelo, los ojos le brillaban. (...)

Lic. Dora KWELLER.
dorakweller@sinectis.com.ar

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