Por la Dra. Estela Wainfeld
Médica Psicoanalista
En la actualidad existen parejas que por dificultades en el logro de un embarazo natural, recurren a tratamientos diversos y a técnicas de fertilización asistida. Más allá de lo concreto, es decir, de los detalles de los procedimientos, los psiquiatras y psicoanalistas debemos asistir psicológicamente a la pareja en todo el proceso de fertilización, comprendiendo la fertilidad en sentido amplio, más allá de lo biológico. El embarazo y la descendencia son eventos fundacionales para la mujer, para el hombre y para la pareja.
El trabajo médico integral es el que conduce al logro del embarazo deseado, tanto en buenas condiciones físicas como emocionales.
El recorrido que hace la pareja en la búsqueda de un hijo le impone, además del físico, un trabajo psíquico intenso y extenso, que incluye la etapa antes del diagnóstico, los estudios diagnósticos y los tratamientos médicos.
Antes de llegar a la consulta médica la pareja atraviesa un período de incertidumbre, de dudas internas, en la que el embarazo no ocurre. Transcurrido cierto tiempo llegan a la consulta ginecológica.
La angustia que genera la vivencia de esterilidad es mejor comprendida y conocida por quienes la han atravesado y por quienes trabajamos en lo psíquico y emocional junto a estas parejas.
En el primer período de búsqueda sin intervención médica aparecen temores y fantasías relativas al propio cuerpo, a su integridad, a la capacidad de gestar un bebé.
Por otra parte, es muy importante tener en cuenta que, al mismo tiempo aparecen temores y fantasías con relación a la posibilidad de embarazo. Cada hombre, cada mujer y cada pareja darán al embarazo un significado de acuerdo a sus historias personales y familiares.
Es esperable que especialmente la mujer tenga sentimientos que conviven en relación con el embarazo: deseos y temores. Si no se genera la posibilidad de reconocer los temores, pueden experimentarse como un “no deseo”.
Pocas veces se habla de la intensidad de las emociones que producen en todas las personas la puesta en marcha del proyecto de embarazo. En el caso de las parejas con dificultades en la reproducción, a veces se hace más complejo, porque paralelamente deben atravesar un “plus” de incertidumbre, frustración, esperas prolongadas, sentimiento de soledad frente a los tratamientos cuando no hay resultados.
Tradicionalmente fue siempre la mujer señalada como la “causa” de la esterilidad. Si bien en la actualidad se integra al varón en el proceso de diagnóstico y tratamiento de la esterilidad, hasta hace pocos años la mirada médica ( y social) estaba focalizada en la mujer.
El compromiso de la pareja con dificultades en la reproducción involucra a hombre y mujer en el área del cuerpo y también en el área emocional. El sufrimiento del varón queda muchas veces silenciado. La mujer tiene en este sentido, en general, más posibilidades, más permiso culturalmente para manifestarse. Así como hace años se excluían las dificultades físicas del varón (como factor causal biológico), todavía no se tienen muy en cuenta sus sentimientos, sus emociones frente a la vivencia de esterilidad. La cultura es determinante: los hombres no lloran, no deben mostrar sus sentimientos y menos aún sus debilidades.
El apoyo psicológico adecuado acompaña el tratamiento médico, permitiendo tanto al hombre como a la mujer tener un espacio para expresar sus sentimientos y elaborar los conflictos que se generan cuando hay dificultades en el proyecto de maternidad y paternidad.
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